Principios éticos para informar sobre masacres
El caso del joven estadounidense que disparó indiscriminadamente contra quienes asistían al estreno de la última película de Batman en un cine de Aurora, cerca de Denver, ocupó durante días las primeras planas de los periódicos y abrió informativos en todo el mundo. Poco después, recordaban los medios de comunicación el atentado cometido por un ultraderechista en la noruega isla de Utoya y en el centro de Oslo, a año de que éste tuviera lugar.
Constantemente se ven los periodistas obligados a lidiar con noticias desgarradoras que provocan gran conmoción. La responsabilidad del informador en estas ocasiones es alta. Está obligado a contar lo sucedido, pero sin perder en ningún momento de vista aspectos éticos fundamentales. Las preguntas son muchas. ¿Qué imágenes publicar? ¿Qué nombres dar a conocer? ¿Qué detalles tienen valor y cuáles están sólo al servicio del morbo?
El Consejo Alemán de la Prensa es un órgano de control al que se someten voluntariamente los medios impresos germanos. Éste ofrece una serie de consejos para la cobertura de masacres que reproducimos a continuación.
1. A la hora de publicar el nombre y la foto del autor de una masacre, todo medio está obligado a ponderar detenidamente hasta dónde se extiende su compromiso con el interés general y dónde se sitúa el derecho a la intimidad del sujeto en cuestión.
El medio deberá tener en cuenta las circunstancias en las que se han producido los hechos. ¿Han tenido lugar en público? ¿Qué dimensiones han alcanzado? ¿Es el autor alguien que permanecerá en el imaginario colectivo y por lo tanto se justifica el darlo a conocer? ¿O existen motivos, como pueda ser su edad, que hablen a favor del anonimato?
2. Las fotografías de las víctimas no deben ser utilizadas en ningún caso a modo de mero material gráfico para ilustrar la narración de la historia.
3. Dentro de un reportaje objetivo y equilibrado se pueden incluir retratos de las víctimas. No se permite, sin embargo, hacer públicos sus nombres completos ni detalles acerca de sus vidas (relaciones, hobbies, etc.). Prohibido queda igualmente resaltar a uno de los afectados por encima de los demás sin el consentimiento de sus familiares. La excepción para esto la constituyen los personajes históricos.
4. Ante imágenes de la población conmocionada, el medio debe valorar si reflejan el sentimiento ciudadano –el dolor y el desconcierto que se apoderan de la sociedad tras una masacre- o si violan el derecho a la privacidad de las personas que en ellas aparecen.
5. Si se reconstruyen los hechos (arma, indumentaria, lugar del suceso) con ayuda de dibujos o animaciones, no recurrir nunca a analogías con juegos de computadora que muestren lo acontecido desde la perspectiva del autor. Una exposición de este tipo es sensacionalista y podría animar a otros a imitar la acción. En estos casos se exige especial cautela para no herir la sensibilidad los familiares.
6. Evitar representaciones del autor excesivamente emocionales. No usar, por ejemplo, poses de héroe con las que pudieran identificarse otros potenciales asesinos.
Toda persona que esté en desacuerdo con una publicación puede llevar en Alemania sus quejas hasta el Consejo Alemán de la Prensa. El organismo emite castigos, desaprobaciones y recomendaciones. Casi la práctica totalidad de las casas editoriales germanas se ha comprometido a responder a los castigos retirando las piezas amonestadas. Para la evaluación de las demandas, el Consejo se basa en un código periodístico que sitúa en primer lugar el derecho a una “información veraz”. La prensa también está obligada a respetar la esfera privada de los ciudadanos. Al Consejo pertenecen editores y organizaciones periodísticas y sindicales.
Traducción: Luna Bolívar