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Aplicaciones y herramientas para periodistas: Snapseed
Expresado en pocas pablaras, Snapseed es una aplicación para editar fotos con celulares iOS y Android. Sirve tanto si uno es principiante como si es un fotógrafo que necesita una herramienta para retocar rápidamente imágenes en momentos en los que no tiene a mano una computadora.
Nik, el software tras Snapseed, es un viejo conocido en el gremio por sus complementos para programas profesionales como Photoshop, Lightroom y Aperture. Cuando Google compró Nik en 2012, no tardó en liberar la aplicación, primero para los aparatos Android y después para los iPhone. Así, Snapseed se ha convertido en un complemento imprescindible en el smartphone de todo periodista.
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Aplicaciones y herramientas para periodistas: ThingLink
ThingLink es una aplicación para marcar fotografías tanto con enlaces como con textos. De este modo, una imagen puede quedar ligada a otra, a un video, a una pieza de sonido, a una web o prácticamente a cualquier cosa. Esto convierte a ThingLink en una herramienta muy útil a la hora de producir elementos interactivos sencillos con los que completar tus reportajes. En los cursos de periodismo, la aplicación levanta pasiones. Cuando el ratón se desliza sobre la etiqueta que lleva al enlace, una exclamación de fascinación colectiva recorre el aula.
Un ejemplo muy citado en Alemania de lo que se puede hacer con ThingLink es obra del diario Berliner Morgenpost, que reconstruyó la escena del asesinato selectivo de Osama bin Laden por parte de Estados Unidos. Los iconos muestran quién estaba presente y aportan información relevante sobre el hecho.
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“Detectamos si una foto es original o ha sido manipulada”
Militares y dictadores han practicado una y otra vez la manipulación fotográfica, ganándose lugres poco honrosos en la historia de las falsificaciones. Se han construido triunfos, borrado enemigos o incrementado el poderío bélico por medio de alteraciones ópticas. Uno de los ejemplos hace unos meses lo brindó Corea del Norte, aumentando a través del “cota y pega” el número de navíos en la imagen de una maniobra militar, según escribe Alan Taylor en The Atlantic.
No sería el primer caso de rearme visual. Retocar una foto es hoy por hoy un juego de niños. La fotografía digital pone las modificaciones al alcance de cualquier aficionado un poco habilidoso, gracias a un amplio número de programas y aplicaciones. Y tampoco los profesionales parecen inmunes a la tentación de Photoshop. Esto supone un problema para los medios de comunicación, cada vez más dependientes de las imágenes que circulan por la Red o les hace llegar el público y cada vez más expuestos al fraude.
¿Cómo saber si una fotografía ha sido manipulada? El ojo entrenado no siempre es suficiente para dar una respuesta a esta pregunta. En casos especialmente peliagudos entran en acción personas como Hany Farid, un “forense de la imagen digital” que asesora a diversas organizaciones, entre ellas AP y Reuters, e incluso a servicios secretos, cuando estos han de corroborar la autenticidad de una foto informativa. Para engañarlo, los falsificadores han de emplearse a fondo.
Junto a su labor como profesor en el Dartmouth College, Farid cofundó en Silicon Valley el Start-up FourandSix. Esta compañía ha diseñado un software integrable en Photoshop que ayuda a descubrir si una foto ha sido alterada. Una herramienta muy compleja desde el punto de vista técnico, ya que cruza gran cantidad de parámetros. Sin embargo, la seguridad al cien por cien no existe, reconoce el experto en la siguiente entrevista.
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Nociones para el proceder con imágenes violentas
Catástrofes naturales, guerras, ataques terroristas. La actualidad informativa produce un verdadero aluvión de imágenes. Y ya no son sólo los fotógrafos profesionales quienes inmortalizan el terror de conflictos y crisis. Que testigos casuales tomen esas fotos con sus celulares y las distribuyan sin filtrar por las redes sociales se ha vuelto algo habitual.
¿Cómo debe actuar la prensa ante la nueva situación? ¿Cuándo es éticamente aceptable publicar fotografías violentas y cuándo se trata de puro sensacionalismo? ¿Estuvo justificado imprimir en portada el cadáver del dictador libio Mohamed Gadafi? ¿Es legítimo mostrar niños asesinados durante bombardeos aéreos en Siria? ¿Era necesario que el mundo viera a los heridos ensangrentados del atentado de Boston, algunos de los cuales habían perdido miembros de su cuerpo?
“Las imágenes del horror no pierden su capacidad de conmocionar. Pero no son de gran ayuda a la hora de comprender. La narración nos puede explicar un hecho. Las fotos hacen otra cosa: nos atrapan”, indica la escritora Susan Sontag en su libro Regarding the pain of others (“Contemplando el sufrimiento de demás”).
El periodista alemán Simon P. Balzert ha comparado en su tesis doctoral el uso que hace de la fotografía de la prensa alemana y española. Su conclusión: los rotativos germanos publican con mucha menor frecuencia imágenes de muertos y heridos. ¿Es eso más correcto? Balzert no ha dado con la respuesta definitiva, porque seguramente no exista para todos los casos. “Depende del contexto”, dice. Aun cuando algunos diarios españoles pecan de cierto amarillismo, la contención alemana no siempre tiene razón de ser. “En algunas ocasiones hay que recurrir a las imágenes violentas para que el drama quede documentado”, explica Balzert. Cabe no olvidar que la política suele estar interesada en vender la ilusión de la guerra limpia, recuerda el comunicador.
Sobre la base de su estudio, Balzert ha elaborado una guía para el proceder informativo con fotos violentas, que pone aquí a discusión:
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“Somos el cuarto oscuro de la fotografía digital”
¿Qué foto prefieres? ¿La original del rebelde libio enmascarado y su granada de mano, o un campo de batalla dramático, con grandes contrastes, en el que el destacan el gris y el rojo del cielo y el color del humo y la tierra?
Hoy por hoy, los fotógrafos disponen de infinidad de herramientas digitales con las que retocar sus imágenes: desde profesionales como Photoshop o Aperture a estándares como iPhoto o PicMonkey, por no mencionar los cientos de aplicaciones que existen para el celular.
Los nostálgicos echarán de menos el sonido del carrete, el olor del fijador y las horas de revelado. Pero lo cierto es que en los tiempos que corren modificar los elementos básicos de una fotografía, su ADN por así decirlo -exposición, saturación, contraste y sombras-, es tan sencillo como desplazar el cursor del ratón.
Sin embargo, no es lícito todo lo que es factible. Y considerando la multitud de preguntas éticas que acompañan a las nuevas opciones, el tratar fotografías no resulta a fin de cuentas tan sencillo como pudiera aparentar.
¿Cuántos cambios son permisibles para aumentar el impacto de una foto? Qué sucede si está sobreexpuesta u oscura, si el balance de blancos no es como debería… ¿dónde acaba la corrección estética de errores y comienza la falsificación del contexto o el significado?
En 2009, el jurado danés de Photo of the Year descalificó esta candidatura de Klavs Bo Christensen, argumentando que había ido demasiado lejos en la edición con Photoshop. Hubo también una polémica acerca de la foto ganadora del World Press Photo 2013.
Este tipo de cuestiones son el pan diario Claudio Palmisano, uno de los fundadores del laboratorio romano 10b Photography, al que envían sus piezas fotoperiodistas de renombre como Yuri Kozyrev, Francesco Zizolo and Paolo Pellegrin.
Aunque no siempre aparece mencionado en los créditos, 10b ha sido determinante en la concesión de muchos premios. La compañía se describe a sí misma como una “cámara oscura digital”. Por manipulación sólo se entiende aquí el jugar con los pixels, “es decir, reemplazar o clonar la unidad mínima de una imagen digital”, explica Palmisano. Con él hablamos.
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Programas que deberías tener y no cuestan un céntimo
Hoy en día circulan por Internet un sinfín de software libres. Asegura la creencia popular que si no cuestan tampoco valen, pero ésa es una verdad parcial. No todas las alternativas gratuitas ofrecen la misma funcionalidad que las de pago y, sin embargo, a veces el material es tan bueno como el patentado. A continuación, una lista de programas gratis que definitivamente merecen la pena.
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Editar fotos con PicMonkey
Un lamento colectivo recorrió la Red cuando Google decidió cerrar Picnik. Para todos los que nos dedicamos a impartir cursos de periodismo, el portal era una herramienta muy útil a la hora de introducir a los alumnos en el campo de la edición fotográfica, y contaba además con versiones en distintos idiomas. ¿Cómo llenar ese vacío? Muy sencillo: con PicMonkey, que aparte de gratuito es fácil de usar.
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10 aplicaciones para el periodista
Sin a veces siquiera saberlo, los periodistas llevan consigo verdaderos estudios de producción. Casi cualquier smartphone puede ser empleado hoy en día para la cobertura informativa multimedia. Los teléfonos inteligentes permiten grabar y editar cortas piezas sonoras, filmar entrevistas breves, hacer fotos o combinar todos estos elementos y crear una entrada de blog.
Recurrir con este fin al celular ofrece diversas ventajas. La principal de ellas es la disponibilidad: se trata de un aparato que tienes siempre a mano. Estés donde estés te permite recopilar contenido y publicarlo al instante, siempre y cuando dispongas, claro, de acceso a la red telefónica y a Internet.
La calidad de las aplicaciones para smartphones ha ido mejorando hasta alcanzar niveles en condiciones de competir con la producción en estudio. Puesto que el iPhone de Apple es uno de los móviles más extendidos, lo hemos elegido como ejemplo de todo lo que el mundo de las “apps” puede dar de sí: a continuación, te presentamos las diez aplicaciones más útiles para el periodista.
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10 consejos para sacar buenas fotos
Conseguir buenas fotografías no sólo depende del equipamiento: la composición de la imagen y la perspectiva elegida son igualmente determinantes. A continuación, te exponemos diez ideas que pueden ayudarte a mejorar la calidad de tu trabajo gráfico.
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