“La innovación para cambiar el mundo ya no nace en Silicon Valley”
Lo que para otros es teoría circunscrita al aula universitaria constituye para él una realidad: Francis Pisani, francés de 69 años, practica el “periodismo emprendedor”. Ocho meses le ha costado sacar adelante su último proyecto, Winch5 (la abreviatura de Wave of Innovation and Change on 5 continents), un viaje alrededor del mundo en busca de lugares innovadores.
Pisani vivió más de 15 años en Silicon Valley, desde donde informaba sobre nuevas tecnologías. Hoy, está convencido de que el valle perderá pronto relevancia como fuente de novedades. Su actual expedición a las cunas de las ideas del mañana lo ha llevado ya a más de 30 urbes del planeta: de Ciudad de México a Recife; de Acra y Nairobi a Ciudad del Cabo; del Cairo a Beirut y Tel Aviv. Acaba de empezar su última etapa del recorrido, que pasa por Singapur, Tokio y Pekín y culmina en Nueva York y San Francisco.
Winch5 se sustenta gracias a lo que Pisani obtiene de la venta de sus reportajes a renombrados periódicos como Le Monde, El País, Floha São Paulo o Clarín, y de bloguear para la Fundación Telefónica y la consultora Capgemini. A colocar el material contribuye el poliglotismo de Pisani -que habla con fluidez cinco idiomas- y su prestigio como periodista. Pisani ha publicado en más de 100 rotativos y magacines internacionales, participado en el programa de formación de la Fundación Nieman en la Universidad de Harvard y sido profesor invitado en la Universidad de Berkeley y Standford.
DW Akademie: Usted conoce bien Silicon Valley y sostiene que dentro de unos años la innovación ya no vendrá de ese lugar sino de muchos otros del mundo, ¿qué le hace estar tan seguro?
Francis Pisani: Me apoyo en dos grandes motivos. Uno es que hay una perdida de dinamismo en Silicon Valley y muchos lo notan, como Dave Winer, uno de los padres del blog, o Nick Denton, fundador de Gawker.com, que se han marchado a Nueva York en busca de la actividad perdida. Me acuerdo de haber entrevistado a Jerry Yang, cofundador de Yahoo, en 1996. Entonces su oficina, la primera que tuvo Yahoo, era un cuarto en el que guardaba su bicicleta, donde también dormía. Yang me dijo ‘quiero cambiar el mundo y ser billonario’. Hoy sigue habiendo muy buenos ingenieros en Silicon Valley, dinero disponible, jóvenes que quieren ser millonarios, pero no veo este deseo de cambiar el mundo.
Por otro lado, en Silicon Valley resolvieron ya el problema que les interesaba principalmente: aumentar la productividad del personal. Desde entonces, gran parte de las propuestas que llegan de allí no son realmente nuevas, especialmente las referidas a la web 2.0. En otros lugares del planeta, sin embargo, mucha gente ha entendido que la innovación es una fuente fundamental de crecimiento y de desarrollo. Esas personas buscan capital de riesgo, tratan de mejorar la educación, de establecer vínculos con las universidades… Es decir, hacen todo lo posible por potenciar la innovación, lo que es ahora bastante más barato, al tiempo que colaborar y estar al tanto de los avances resulta bastante más fácil gracias a Internet.
Con las tres cuartas partes de su proyecto concluidas, ¿qué ciudades destacaría por su efervescencia innovadora?
En todas partes, desde los lugares más chiquitos, menos ricos y menos desarrollados, hay ‘geeks’: apasionados de la técnica, personas emprendedoras con buenas ideas. Pero personalmente me impresionaron Accra, en Ghana, y un sitio del que todos hablan y con razón, que es Nairobi. En Oriente Medio me parecieron muy interesantes el Líbano y de sobremanera Tel Aviv: Israel es sin duda una de las potencias mundiales en tecnología de la información del mañana. También Recife en Brasil me sorprendió, una ciudad que ha conseguido atraer a mentes brillantes hasta convertirse en el tercer núcleo de innovación tecnológica del país.
En África, Afrilabs.com ha creado una red que enlaza núcleos de investigación, ¿cuáles son los proyectos más interesantes con los que se ha encontrado en este continente?
En Ghana, por ejemplo, existe un sistema llamado NandiMobile, que mejora la relación cliente-empresa sirviéndose de los flujos de sms y de la inteligencia artificial. Otro proyecto es Mpedigree, que permite comprobar con el celular la autenticidad de los medicamentos. O ShopAfrica53.com, una especie de centro comercial en línea obra de Herman Chinery-Hesse, a quien se le considera el Bill Gates africano, que facilita a los pequeños artesanos y fabricantes de toda África vender sus productos fuera del país.
Y en Nairobi está M-Pesa, un servicio de transferencia de dinero por telefonía móvil lanzado por una compañía llamada Safaricom. En Nairobi puedes transferir dinero con tu celular, ¡eso es algo que yo no puedo hacer en París! Y estos son sólo algunos ejemplos, pero la lista es muy larga.
¿Quiénes son los emprendedores? Porque muchas veces se critica el dominio que los países industrializados ejercen a través de la innovación y se asegura que tras la mayoría de las iniciativas novedosas en países en desarrollo se esconden en realidad europeos o estadounidenses…
Seguro que hay ejemplos de eso. Al principio del desarrollo de las tecnologías de la información era común encontrar en el sur gente del norte o gente del sur formada en el norte. Pero esa fase ha sido superada. Y no existe ningún motivo para discriminar a un keniata, a un libanés o a un indio porque hayan pasado unos años en Estados Unidos o Gran Bretaña. Vivimos en un mundo abierto y todo el mundo puede aprender donde quiera. Lo importante es que la gente regrese a su país de origen, trabaje allí y ayude a solucionar los problemas, y eso sucede muy a menudo. Sólo como ejemplo: el egipcio Adel Youssef -fundador de Intafeen, exbecario de Google, creador de My Location– volvió a su país para programar un servicio de geolocalización.
Quienes manifiestan esas críticas se olvidan de que las mejores ideas surgidas en Silicon Valley, y por cierto también en otros lugares del norte, las tuvieron mentes del sur. Muchos de los han fundado start-ups en el área de San Francisco Bay a lo largo los últimos 30 años son personas que han nacido fuera de Estados Unidos. Sin ir más lejos: uno de los dos creadores de Instagram es un genial inventor brasileño.
¿Qué condiciones se tienen que dar para que la innovación salga adelante?
Primero, se necesitan ‘geeks’. Muchos han aprendido a programar por si solos. Para eso no se requiere más que una conexión a Internet. En segundo lugar, hace falta capital. Muchas empresas nacen con el dinero de la familia, de los amigos… El problema suele aparecer después, cuando el negocio ya funciona y se ha de conseguir la segunda inyección financiera, que es más importante.
El celular ha cambiado el mundo como casi ningún otro aparato, ¿ha transformado también las sociedades de los países en desarrollo?
Yo creo que de cierta manera África está por delante de Europa Occidental y de Estados Unidos en una cuestión fundamental: nosotros seguimos entendiendo el celular como un complemento, mientras que ellos ya lo ven como el eje principal de acceso a la información y a la comunicación.
Los celulares son baratos, todo el mundo tiene uno, aunque esto no es extrapolable a los smartphones, que en África sólo llegan como máximo al 5 por ciento de la población y en Asia y América Latina a una proporción mayor pero que sigue sin ser masiva. Aún así, los ‘feature phones’ sí que están muy extendidos y hay muchas innovaciones en torno al uso del sms, un sistema económico que puede ser muy eficiente. De esto podríamos aprender.
Winch5 se puede seguir a través de la cuenta de Francis Pisani en Twitter @francispisani
- Winch5 en español unpasomas.fundacion.telefonica.com/winch5
- Winch5 en inglés www.capgemini.com/winch5
- The Next Web thenextweb.com/tag/winch5
- Winch5 en francés winch5.blog.lemonde.fr
- Winch5 en portugués Folha/francispisani
Entrevista: Steffen Leidel