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Periodismo de calidad en la era digital

“En la prensa boliviana hace falta más pluralismo”

Durante tres años, de 2009 a 2011, el boliviano Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) ha llevado a cabo un profundo trabajo de campo. Estudios, análisis y un seguimiento con lupa del desarrollo de los medios de comunicación en el país andino son el resultado, publicado ahora bajo el título Medios a la vista 2. El libro deja constancia de un periodismo beligerante que traspasa al formato noticioso la batalla política y social, algo que no es bueno para la esencia de esta profesión, opina Erick Torrico, coordinador del ONADEM, con quien hablamos.

DW Akademie: Su libro tiene algo de cuadernillo de escuela, sólo que en una versión bastante más gruesa que supera las 260 páginas. ¿Qué cosas deberían anotarse en el cuadernillo de los medios bolivianos?

Erick Torrico: Convendría escribir un conjunto de recomendaciones para mejorar el desempeño del periodismo. En Bolivia, los medios están sumidos en una confrontación que se guía por la lógica política y afecta a los contenidos, hace que haya sesgo y obliga a las audiencias a dirigirse a distintos medios para poder obtener una versión más integra y exacta de los hechos. Se necesitan, por lo tanto, modificaciones de comportamiento y también de pensamiento.

Erick Torrico

¿Como por ejemplo?

Más pluralismo. Ésta es una cuestión fundamental porque en Bolivia aún se mantiene la línea de la discriminación del otro: del otro en política, del otro que no comparte la visión, el proyecto social que se pueda tener… Y el resultado es que los medios no abren puertas al diálogo social ni facilitan una mirada abarcadora de los procesos que están ocurriendo en el país.

Procesos como el de las autonomías, que implica una reestructuración administrativa y social muy importante. ¿Se encuentran en los medios bolivianos explicaciones acerca del contenido de los estatutos autonómicos, aclaraciones sobre los aspectos técnicos, etc.?

Lamentablemente no. Los medios se concentran en la discusión política más externa: a las declaraciones de personeros del Gobierno nacional se les contraponen las declaraciones de personeros de los gobiernos departamentales, bajo el control de la oposición. Y todo el detalle de lo que puede ser la puesta en práctica de los diferentes niveles de autonomía o los problemas que ello supone se pierde. A través de los mensajes noticiosos, la ciudadanía sólo está al tanto de la pugna político-ideológica.

¿Influye esa politización en la violencia contra medios y periodistas?

Sí, el número de agresiones -de diferentes tipos, desde verbales a pedreas, golpizas e inclusive disparo de armas de fuego- se ha incrementado considerablemente. El año pasado registramos un promedio de 13 actos de agresión por mes. Estas situaciones se dan sobre todo en momentos de protesta social, de movilizaciones, en los que unos y otros pierden el control: los periodistas han recibido agresiones tanto de la policía –que es un actor destacado en esto de agredir a la prensa-  como de sectores afines al Gobierno o afines a la oposición.

En el libro llegan ustedes a la conclusión de que, sobre todo desde 2005, el campo mediático boliviano está siendo reorganizado en función de las necesidades de un proyecto político de poder, ¿cómo se manifiesta eso?

En Bolivia se está dando un proceso general de reorganización de las relaciones entre el Estado, la sociedad y la economía. Un nuevo grupo social se ha hecho cargo del poder político central y está desplegando una estrategia para establecerse en los diferentes ámbitos de actividad. Uno de esos ámbitos es la comunicación.

Dentro de esta estrategia, la vía que el Gobierno actual ha elegido es la de la confrontación con los medios privados, que representan alrededor del 85 por ciento del total y son por ello un actor evidentemente relevante. El Gobierno ha potenciado los medios con los que ya contaba, ha creado un diario y también se sabe que ha logrado compras indirectas de algunos medios privados importantes como es el caso de la red de televisión ATB y del diario La Razón.

Esto viene, además, complementado con otro rediseño de tipo legal: desde 2010 existen normativas que restringen el trabajo de los medios y los mantienen dentro de ciertos límites manejables. El caso más preocupante es el del régimen especial de propaganda para las elecciones judiciales, que ya se aplicó y llevó en la práctica a una forma de censura previa.

Al menos han encontrado en sus estudios ejemplos positivos de calidad periodística en los medios gubernamentales bolivianos…

Sí. La mayor calidad la hemos encontrado en la Agencia Boliviana de Información, que trabaja en Internet, y también la Red Patria Nueva y el diario Cambio tienen buena calidad de redacción. Pero continúa existiendo el problema del sesgo informativo. Sobre todo en los medios audiovisuales el enfoque es muy político, muy cercano a la propaganda. Y ése es el mayor problema: que en muchos casos no sólo se está confundiendo, sino sustituyendo la información por la propaganda.

Ustedes también han analizado la oferta informativa en aymara y quechua, ¿refleja esa oferta la importancia de los grupos que hablan estos idiomas?

No. La población en el país que habla aymara o quechua es numéricamente muy importante pero apenas hay una publicación –que es además institucional y mensual, no diaria- que usa el quechua, y eso sólo en algunas de sus notas. Los idiomas nativos sí están más presentes en la radio, y en la televisión sólo aparecen en horarios marginales, de madrugada: a partir de las siete y media de la mañana el quechua y el aymara ya no tienen cabida en las parrillas.

También en los contenidos predominan los temas urbanos, y por lo tanto expresados en castellano, así como suele ser el castellano el idioma de las fuentes.

¿Pueden los ciudadanos bolivianos ejercer el derecho a la información y la comunicación que les reconoce su Constitución?

Erick Torrico: limitaciones del derecho a la información y la comunicación en Bolivia

Volviendo al cuadernillo, ¿qué nota le pondría a los medios gubernamentales y qué nota a los demás?

En una escala de uno a siete, en la que siete es excelente, yo creo que podrían estar ambos en un nivel medio de cuatro. Porque lamentablemente hay varias deficiencias presentes en la comunicación tanto de los medios del Gobierno como de los privados, debido a su inmersión en la polarización política que no les permite zafarse de ciertos esquemas y dejan por lo tanto de cumplir la labor de servicio de interés público que debieran desempeñar.

Aquí encuentras la primera edición de Medios a la vista en su I y II parte.

Entrevista: Peter Deselaers

Date

febrero 7, 2012

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