“Los medios públicos son imprescindibles”
El dinero para la producción de sus programas se lo otorga el Estado: son medios de comunicación públicos. En Europa, un modelo establecido y presente prácticamente en todos los países. Fuera del Viejo Continente, una fórmula poco común. Este desarrollo tiene motivos históricos, explica Christoph Schmidt, profesor de comunicación y director del máster de periodismo “International Media Studies”, que organiza DW Akademie.
Pero los medios públicos no son en absoluto un vestigio del pasado: conservan su vigencia y siguen siendo necesarios, opina Schmidt. Estos canales realizan funciones que los privados no están en condiciones de asumir. Cuáles son y por qué nos lo revela el profesor en la siguiente entrevista.
DW Akademie: ¿Cómo describiría usted las peculiaridades de los medios públicos?
Christoph Schmidt: El objetivo primordial de los medios públicos es poner a disposición de los ciudadanos una oferta informativa amplia en todos los ámbitos: político, económico, cultural, deportivo, de entretenimiento… Proporcionan una especie de abastecimiento básico de información que es, además, instructivo e independiente.
Los medios públicos se han desarrollado especialmente en Europa, ¿por qué?
Por motivos históricos. Para empezar, el primer sistema público del mundo fue británico, la BBC, fundada en 1921. Después, varios países europeos -y Alemania de manera significativa- pasaron por periodos en los que el Estado controló totalmente los medios de comunicación. Durante el nazismo, el gobierno le dictaba a la prensa sobre qué y cómo tenía que informar. Las consecuencias fueron, como sabemos, nefastas. Finalizada la II Guerra Mundial se quiso asegurar, introduciendo un sistema similar al de la BBC, que tal cosa no volviera a suceder.
¿Por qué se ha aplicado este sistema a la radio y la televisión, y no a la prensa escrita?
También eso tiene que ver con la historia. Cuando los sistemas de radiodifusión iniciaron su andadura tras la II Guerra Mundial, las frecuencias eran un bien escaso, de manera que sólo los grandes consorcios hubieran podido entrar en el negocio. Para garantizar la diversidad en el ámbito de la radio y la televisión, se decidió entregar esas frecuencias a organismos supeditados al control social y financiados con dinero público. La prensa escrita contaba con muchos editores independientes, por lo que una regulación de este tipo no se hacía necesaria.
Se trataba, por lo tanto, de evitar la influencia excesiva de ciertas empresas. Pero, ¿cómo se evita la influencia excesiva de la política en los medios públicos?
Principalmente, garantizándoles una base económica estable. Los medios públicos alemanes se financian con tasas mensuales que pagan los espectadores y oyentes. Por medio de estas cuotas, recaudan al año más de 7.600 millones de euros, lo que es bastante dinero. Eso les permite informar de manera independiente, porque los libera de la atadura que es la publicidad, y llevar a cabo un periodismo bien investigado.
Aparte, en los consejos de administración de estos canales y emisoras se sientan representantes de todos los grupos sociales: de las Iglesias, de los sindicatos, de la patronal, del mundo del deporte… Estas son las personas encargadas de supervisar la objetividad, la diversidad y la equidad de la programación, y quienes evitan que el medio esté sometido a la voluntad de un político concreto o de un gobierno determinado.
Pero, aún así, el medio depende del Estado y de los políticos que lo administran…
Los medios que se financian a través de tasas no mantienen ninguna relación con el Estado. Las tasas son fijas, no dependen del gobierno de turno.
La única excepción a este modelo la representa en Alemania la cadena para el exterior, es decir, Deutsche Welle, que está financiada en su totalidad por el Ejecutivo. El canal, sin embargo, cuenta con una ley propia -la Ley Deutsche Welle- que lo protege de la influencia política. Y también dispone de un consejo de radiodifusión en el que están representados los diferentes grupos sociales.
¿Qué importancia tienen los medios públicos para el ejercicio de una democracia?
Yo creo que son imprescindibles. Los medios públicos son los únicos que ofrecen una programación amplia, diversa y objetiva. Y especialmente ahora que nos llegan tantos datos desde tantas fuentes distintas, representan una valiosa garantía de información fiable. Cuestan, pero son un bien muy preciado.
¿Y los medios privados no pueden realizar todo eso?
El problema es que medios privados convencionales requieren de una importante cantidad de anunciantes para financiarse. Eso hace que tengan que colocar en el centro de su programación los espacios muy demandados, como las películas o las series. Espacios que les garanticen ciertos niveles de audiencia, ya que las empresas sólo están dispuestas a contratar publicidad si llega a muchos. El objetivo de los medios privados no es, por lo tanto, la oferta en sí, la función informativa, sino la cuota de pantalla, independientemente de la calidad o la objetividad con la que ésta se logre.
Existe otro ámbito dentro de los medios privados, que en Alemania no está muy desarrollado y que es el de la llamada ‘pay-tv’. Aquí, cada espectador desembolsas unas tasas mensuales -bastante altas- por recibir determinados canales o paquetes de canales.
Para los periodistas que desean investigar, ¿son los medios públicos un pequeño bastión de libertad?
Yo creo que sí. La presión en los medios comerciales es mayor. En ellos no existe el tiempo, y a muchas veces tampoco el interés, para producir piezas investigativas. Y el tiempo es fundamental. Claro que el tiempo de un periodista cuesta dinero, pero sin investigaciones a largo plazo muchas cosas no saldrían a la luz. En mi opinión, es muy importante para una sociedad que haya ámbitos en los que se pueda llevar a cabo no sólo un periodismo rápido, sino también un periodismo fundamentado. Y eso es lo que permiten los medios públicos.
Entrevista: Luna Bolívar