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Periodismo de calidad en la era digital

“Desde que recibí el Ortega y Gasset, la presión para que no informe ha aumentado”

“No podía seguir viendo cómo la llamada guerra contra el narcotráfico ahogaba la ciudad que amo, mientras que en Nueva York se consumía (en paz) la cocaína.  Sentía que debía regresar a México a contar las historias que se deben contar”, dice la periodista española Judith Torrea.

“Veía muertos, horror – la sangre de Juárez.” Su puesto de primera redactora en la principal revista de espectáculos de Estados Unidos lo dejó por el de autora freelance de un blog en Ciudad Juárez, lugar designado tres veces consecutivas como el más peligroso del mundo. En 2010, Torrea vio reconocido su valor con uno de los galardones más prestigiosos del mundo del periodismo hispanohablante: el Premio Ortega y Gasset, que anualmente entrega el diario El País. También en el certamen internacional de blogs The Bobs, que organiza DW, se encontró el año pasado entre los 10 finalistas en la categoría que patrocina Reporteros Sin Fronteras.

Recaudado el aplauso europeo, Torrea hizo las maletas y volvió a Juárez para seguir escribiendo como siempre. Con ella conversamos.

DW Akademie: ¿Cómo se sobrevive en un lugar en el que tantos mueren?

Judith Torrea: No tengo miedo. Pero reconozco el peligro. Porque en Ciudad Juárez, el peligro consiste en estar vivo. Sabes que sales de tu casa, pero no si regresarás. Te enfrentas a que te secuestren, roben o asesinen y nadie haga nada. Tomo mis precauciones, como todos los que vivimos aquí, pero sabes que si te quieren matar, te matarán.

¿Y cómo se informa desde un lugar así sin un medio fuerte cubriéndole las espaldas?

El peligro aumenta, evidentemente, si eres periodista y no te vendes ni a los narcos ni a las autoridades. Pero mi blog surgió de la necesidad de contar sin tener que esperar a un editor. Lo que yo escribo son crónicas sobre la vida diaria en esta ciudad vista con mis ojos. Eso me ayuda a sentirme viva entre la muerte constante. Es mi vómito de justicia.

¿Y no recibe presión para que deje de contar tantas cosas?

En los 14 años que llevo cubriendo esta realidad, varios de mis entrevistados han sido asesinados y otros han huido del país por amenazas feroces. Y sí, desde que recibí el Ortega y Gasset, la presión para que no informe ha aumentado por parte de todos los frentes: de las autoridades mexicanas y las fuerzas de seguridad, de los periodistas corruptos, de los cárteles de la droga.

Pero a lo único a lo que le temo en la vida es a no hacer lo que siento que debo hacer. Y lo más duro para mí es volver a leer los reportajes que escribí hace 14 años y descubrir que aquello que muchos denunciaban que podía ocurrir se ha superado con creces. Entonces te preguntas si tu trabajo sirve para algo. Y luego ves cómo Juárez va desapareciendo poco a poco del mapa, convirtiéndose en una ciudad de negocios quemados por no pagar extorsiones, de casas abandonadas porque sus habitantes han huido a EEUU o al interior del país. Y decides que tienes que seguir.

¿Tanto ha cambiado Ciudad Juárez?

La primera vez que pisé Juárez era una ciudad fascinante. En ella encontré la vida que echaba de menos en EEUU: la alegría de vivir, el calor humano, el ambiente intelectual, los fantásticos restaurantes.

Hoy, si te arriesgas a ir a un restaurante, te fijas primero en quién hay dentro, intentas sentarte alejada del resto, si puedes cerca de los baños, por si se produce un tiroteo. Los tiroteos son como en las películas de Hollywood, las ejecuciones se llevan a cabo a cualquier hora del día en plena calle. A veces, hasta que las autoridades retiran los cadáveres pasan horas y las mamás se acercan con sus hijos a ver el espectáculo. Los niños se disputan con sus amigos el número de muertos que han visto y en los recreos juegan a ser sicarios. A las nueve de la noche, la ciudad se convierte en un lugar fantasma.

Los papeles se han invertido. Hoy la vida está en El Paso, al otro lado de la frontera, a donde han huido miles de juarenses. Por Ciudad Juárez pasa parte de la droga colombiana con destino a Estados Unidos. Aquí, los policías y las autoridades siempre han estado implicados en el negocio del narcotráfico. Pero antes no se vivía en guerra.

Y la guerra la trajo Felipe Calderón…

Sí. Desde hace tres años, Juárez es una ciudad sin ley en la que todo es posible. A pesar de que hay desplegadas más de 10.000 fuerzas federales, los crímenes y la inseguridad no se han reducido, sino todo lo contrario, se han disparado, al igual que las violaciones de los derechos humanos y la presión sobre los periodistas.

Sólo durante el pasado año, la llamada guerra contra el narco estuvo en el origen de más de 2.650 asesinatos. En 2008 fueron más de 1.600. 10.000 niños se han quedado huérfanos, 3.111 sólo en 2010, 180 en este pasado mes de enero, a los que habrá que sumarles ya los siguientes, porque aumentan a una media de 6 a 27 al día. ¿Qué futuro les espera a estos niños? Espero que el gobierno mexicano no esté creando los sicarios de mañana.

Y mientras tanto, en Juárez siguen las calles sin pavimentar, la falta de alumbrado público por las veredas donde las mujeres regresan de las maquiladoras a sus casas de madrugada. Los feminicidios continúan sin que se haga nada para detener a los culpables, y pasan a un segundo plano en la actual situación de violencia generalizada.

La guerra contra el narco, ¿no combate en su opinión realmente el narcotráfico?

El narcotráfico nace de la pobreza, de la necesidad. Y no sólo de la necesidad de los consumidores que, por supuesto, no se plantean cuántos muertos cuesta un poco de su placer. Con el hambre, la falta de oportunidades, comienza la cadena… que está dirigida por personas muy poderosas con vínculos enormes en la política y la economía. ¿Nunca se ha preguntado por qué el presidente Calderón, en su guerra, no ataca las cuentas bancarias del lavado de dinero? Son muchos los intereses implicados.

En la actual “crisis del periodismo”, ¿están los reporteros como usted condenados a la extinción?

Eso dicen, que estamos en crisis. En China significaría entonces que nos encontramos ante un momento de nuevas oportunidades, de cambios. Yo apuesto por el periodismo digital que se hace como siempre, con buenos artesanos, con pasión, contando historias que atrapen al lector.

Tenemos que lanzarnos a explorar este nuevo modelo económico sin perder lo básico. ¡Y tenemos la oportunidad de inventar, de convertirnos en descubridores de proyectos! ¡Me parece genial! Es un momento fascinante, podemos ser actores de nuestro propio futuro. No entiendo el derrotismo. Hay que luchar.

Entrevista: Luna Bolívar

Date

febrero 28, 2011

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