“Nosotros salvamos vidas gracias a Twitter y a Facebook”
En la segunda edición de los Shorty Awards, los premios que desde hace tres años concede el New York Times a quienes destacan en la cobertura informativa a través de los medios sociales, Carel Pedre recibió una mención especial humanitaria que el periodista radiofónico haitiano agradeció pidiendo que “Twitter se continúe utilizando para salvar vidas”.
Tras el terremoto que asoló la isla caribeña en 2010, la estación Pedre no dejó en ningún momento de emitir. Ésta, las redes sociales y el ágil uso que Pedre hizo de ellas se convirtieron en el eslabón fundamental de una cadena dedicada a transmitir información, buscar gente, mantener el contacto, conservar la moral y colaborar en las tareas de rescate. Sobre aquellos días y sus efectos posteriores conversamos con Pedre.
DW Akademie: Para empezar, háblenos un poco de la situación actual en Haití…
Carel Pedre: Tenemos nuevo presidente y, aunque políticamente no sucede mucho, hay que decir que está haciendo algunas cosas buenas. En lo que a la reconstrucción se refiere, los avances son pocos. Puerto Príncipe sigue en ruinas. Constantemente se celebran reuniones y se presentan planes, pero cuando paseas por la ciudad no ves nada de todo eso. Y el cólera continúa siendo un problema, no tanto en la capital, donde las autoridades han logrado controlar la epidemia y reducir considerablemente el número de muertes, pero sí en las zonas rurales.
Y la ayuda internacional, ¿aún se nota?
No. Al principio, la comunidad internacional estuvo muy presente y realizó una gran labor, viniendo aquí, repartiendo tiendas, comida… otorgando asistencia sanitaria y salvando a mucha gente de las ruinas. Pero gran parte de esa ayuda desapareció pasados los primeros meses.
Todos recordamos las terribles imágenes de Puerto Príncipe después del terremoto. Su emisora, sin embargo, logró seguir emitiendo, ¿cómo?
Nuestro edificio no se derrumbó y nuestro equipamiento apenas sufrió daños. En la radio tenemos un generador para la producción de electricidad, así que no dependíamos del suministro público y por suerte disponíamos de gasolina suficiente. También tuvimos la gran suerte de que nuestro personal sobrevivió: sólo perdimos a un miembro del equipo. Es decir, que básicamente seguimos emitiendo porque estábamos vivos y teníamos gasolina.
Un periodista como usted, acostumbrado a dirigir un programa alegre, ¿cómo hizo para enfrentarse laboralmente a tanta tristeza?
Fue muy duro. Todo el mundo había perdido a alguien en el terremoto… Amigos… Familiares… Y lo que nos quedaba era un país en ruinas. Nadie estaba preparado para algo así. Pero llegamos a la conclusión de que teníamos que seguir haciendo lo que mejor sabíamos hacer: nuestro trabajo. Seguir poniendo música, motivando a la gente. Queríamos informar pero también queríamos dar ánimos, fuerzas para salir adelante.
Y queríamos que los ciudadanos dispusieran de un lugar en el que contar sus historias, desde el que contactar a sus familiares. Todo tipo de gente pasó por nuestro programa durante esos días, compartió con nosotros sus experiencias, nos pidió ayuda para localizar a terceros o dar ellos mismos señales de vida. El drama lo vivimos juntos y aprendimos mucho los unos de los otros.
¿Cambió el terremoto su programa de radio?
Somos una emisora musical. El 90% de nuestra parrilla está compuesta de música. Pero con el terremoto nos acercarnos más a la gente. Por un lado, hacíamos llegar información básica: dónde se podían conseguir tiendas, agua potable, comida, a quién llamar para pedir ayuda… Esos servicios los hemos vuelto a repetir en otras situaciones de crisis, como tras el huracán Tomas o durante la epidemia del cólera.
Y los espacios que abrimos para que el público contara cómo estaba viviendo el desastre los mantenemos. También hemos introducido un informativo diario de una hora con temas de política y actualidad. Sí, el terremoto cambió nuestra radio, yo diría que para siempre. La música sigue siendo fundamental, pero ahora nos tomamos más en serio nuestro papel informativo y educativo.
Después del terremoto, muchos grandes medios de comunicación se dirigieron a usted, le pedían entrevistas, valoraciones… ¿cómo fue recibir de pronto tanta atención del extranjero?
Yo me lo tomé como la labor que tenía que hacer por mi país. Antes del terremoto, la mayoría de la gente sabía poco sobre Haití y, cuando algún noticiero internacional lo mencionaba, sólo hablaban los políticos. Pero de pronto, un periodista joven haitiano le contaba al mundo lo que estaba pasando, la tragedia en las calles, compartía sus sentimientos y sus esperanzas, describía las cosas desde nuestro punto de vista. Para mí fue increíble convertirme en la voz de mi país, la voz de todos aquellos que no podían dirigirse a la comunidad internacional o a los grandes medios de comunicación.
Su uso de Twitter durante los días posteriores al terremoto lo ha hecho a usted famoso, ¿Internet seguía funcionando?
Sí, tuvimos la suerte de que Internet funcionara y nunca dejara de funcionar. Por eso pudimos usar Twitter, Facebook y Youtube para transmitir información y compartir imágenes y Skype para hacer las entrevistas. La línea de teléfono y la televisión sí que estaban fuera de servicio. En una tragedia uno siempre encuentra el modo de comunicarse, y en nuestro caso ese modo fue Internet.
Usted ha repetido en más de una ocasión que los nuevos medios sirven para salvar vidas e incluso cambiar el mundo, ¿cree realmente que su poder sea tal?
Sí. Nosotros salvamos vidas gracias a Twitter y a Facebook. El ejemplo del chico que estuvo16 días atrapado bajo las ruinas lo demuestra: nadie creía que pudiera seguir con vida después de tanto tiempo, pero yo dije ‘confiad en mí’. Metí en Google Maps las coordenadas de su localización, lo tuiteé y 10 minutos después los equipos de rescate lo encontraron vivo. Twitter es un modo fantástico de transmitir y compartir información con mucha gente. Y es global, por eso creo que se puede utilizar para cambiar el mundo.
Información adicional:
El paso del “efecto CNN” al “efecto Twitter”, un estudio de Nicola Bruno para la Universidad de Oxford [PDF].
Entrevista: Luna Bolívar
Feedback
Escribe tu comentario